dilluns, 1 d’abril del 2019

INFLAMACIÓN CRÓNICA DE BAJO GRADO Y SALUD (I)



La inflamación aguda es indispensable para la supervivencia. Es un mecanismo de inmunidad innata que permite delimitar la zona lesionada o atacada por un agente patógeno. Su misión es la de evitar la dispersión del patógeno o de la lesión. 

Cuando lo que se produce es una lesión, la inflamación permite la llegada de las células y productos necesarios para su resolución. Pasados unos días se recupera el tejido dañado y se termina el proceso con la fase de reparación. Cuando lo que hay es una infección, la inflamación (por vasodilatación) permite la llegada del sistema inmunitario y pretende evitar que se disemine la misma.

El problema aparece cuando un proceso inflamatorio se mantiene en el tiempo, o se genera por distintas vías de forma subclínica, de manera que no se provocan síntomas visibles (de ahí que se llame también silenciosa), pero se mantiene un cierto grado de inflamación a nivel sistémico. Esto se determina por la presencia en sangre de marcadores inflamatorios en niveles por encima de lo considerados indican inflamación crónica do normal: proteina C reactiva, factor de necrosis tumoral alfa (FNT-a), citoquinas como interleuquina-6 Y 8, recuento total de leucocitos, y otros. 

La proteína C reactiva puede estar aumentada en distintos procesos como enfermedad reumatologica, cardiovascular o cáncer entre otros. Pero encontrarla elevada sin síntomas concretos puede hacernos sospechar de ICBG y buscar otros marcadores. Así, por ejemplo, una PCR mayor de 1mg/l nos indica ICBG, un valor de 3mg/l nos puede indicar un alto nivel de riesgo cardiovascular, y por encima de 10mg/l nos indica una inflamación aguda. Es un marcador muy usado en clínica y nos da información de la salud del individuo antes de que aparezca la enfermedad (como harían los niveles de insulina en ayunas antes de aparecer la glucosa alterada (pero no se mira nunca!!!). Permite al mismo tiempo ver como está actuando una intervención, ya que debería disminuir si esta es la correcta.

Sin necesidad de analíticas hay ciertas circunstancias que pueden hacernos sospechar de la presencia de este proceso: obesidad, tabaquismo, alcohol, dieta rica en procesados, sedentarismo, niveles altos de contaminación, niveles altos de estrés, falta de sueño ... Casualmente, todos relacionados con el estilo de vida actual, alejado de nuestro pasado evolutivo. Cuanto más alejamos nuestro estilo de vida del que nos ha acompañado durante nuestra evolución, más enfermamos...

La causa última que desencadena la respuesta antiinflamatoria es una perturbación del medio extra celular, ya sea a nivel físico o químico, de manera que el organismo reacciona para volver al equilibrio. Es lo que conocemos como homeostasis (equilibrio). Las circunstáncias mencionadas anteriormente alteran ese medio extracelular de una forma u otra, de manera que se pone constantemente el organismo en modo activo para volver a la homeostasis. Y esto lo hace el organismo activando el sistema inmunitario secretando citoquinas proinflamatorias que actuaran en el sistema psiconeuroendocrino.

Veamos más de cerca los distintos factores que predisponen a mantener una inflamación subclínica crónica (a partir de ahora ICBG):

Obesidad: el tejido graso no es inerte, si no que segrega distintas señales hormonales actuando como una glándula más. Ya hablamos en el blog de algunas de estas hormonas y su relación con el sobrepeso: leptina y adiponectina. El tejido graso segrega también moléculas proinflamatorias como el FNT-a, la proteína C reactiva o la interleuquina-6. 

Con la hipertrofia del tejido adiposo se provoca una hipoxia de los adipocitos que implica un incremento de secreción de estas sustancias proinflamatorias, que a su vez serán responsables de incrementar la resistencia a la insulina. Aquí se crea un circulo vicioso ya que la inflamación provoca resistencia a la insulina, y ésta más inflamación.También se incrementa la llegada de células del sistema inmune que secretaran más citoquinas generando otro circulo vicioso. 

Cuando se presenta la ICBG se secreta también un exceso de leptina, que acabará generando resistencia a la leptina. Esto genera falta de actividad de la hormona, por tanto, dificultad en sentirse saciado. De nuevo otro circulo vicioso.




Permeabilidad intestinal elevada: hablamos de ella en este post. Es causa de ICBG ya que es via de entrada de endotoxinas de bacterias gram- (tambien llamadas lipopolisacáridos o LPS). Estas LPS, cuando las bacterias mueren, pueden pasar entre dos enterocitos (célula intestinal), interactuar con las placas de Peyer (sistema inmunitario) situadas detrás de las mismas y poner en marcha una cascada inflamatoria mediada por linfocitos. (Recordemos que los enterocitos deben estar unidos entre si para que cualquier sustancia que se vaya a absorber, tenga que pasar a través de ellos. Cuando hay hiperpermeabilidad intestinal, hay espacio entre los enterocitos y las sustancias pueden pasar entre ellos).  Esos LPS también pueden proceder de bacterias gramnegativas residentes en las encías. Por eso se asocia la limpieza bucal y  el uso del hilo dental, a una disminución del riesgo cardiovascular. Otra acción de los LPS es provocar que el tejido adiposo secrete citoquinas proinflamatorias, que a su vez bloquean la adiponectina, impidiendo así su función  antiinflamatoria.

Una buena permeabilidad intestinal pasa por conservar una microbiota sana (hablamos de ello aquí). Esta nos ayuda a mantener cohesionados los enterocitos al evitar la instauración de flora patógena y por la síntesis de sustancias antiinflamatorias como el butirato. Si se reduce la microbiota, evidentemente se reducen estos efectos.

Virus y bacterias: la presencia de estos patógenos activa la respuesta inmunitaria por parte de linfocitos T que secretarán citoquinas proinflamatorias. Acabada la infección puede darse algún defecto que mantenga el proceso activado, manteniéndose la síntesis de citoquinas y oxido nítrico que generará radicales libres que perpetuarán el problema.

Dieta: el consumo de una dieta rica en alimentos procesados, carbohidratos refinados, grasas trans y azúcares (lo que viene siendo la dieta habitual occidental) provoca inflamación ya que dispara los niveles de insulina, y radicales libres que no serán anulados, al ser una dieta pobre en antioxidantes. Una dieta carente de estos productos procesados provoca reducción de factores inflamatorios y de riesgo cardiovascular en pocos dias (estudio). El exceso de ingesta energética es inductora de inflamación ya que provoca niveles altos de insulinemia y genera mayor cantidad de radicales libres.

Estrés: el sometimiento a estrés, tanto físico como emocional, implica un incremento de citoquinas proinflamatorias. Además el estrés aumenta los niveles sanguíneos de cortisol. De entre sus efectos encontramos que aumenta los niveles de azúcar en sangre, con el consecuente aumento de los niveles de insulina. Al estar más alto por la tarde se dificulta el sueño. Los niveles altos continuos producen resistencia al cortisol (recordad que las señales hormonales son precisamente pulsátiles para evitar la pérdida de sensibilidad a su señal) por parte del sistema inmune, de manera que pierde su efecto antiinflamatorio y se mantiene la ICBJ. A la larga los niveles de cortisol pueden reducirse por agotamiento suprarenal, lo que generará un incremento del cansancio ya desde primera hora de la mañana.

Este proceso inflamatorio asociado al estrés puede iniciar una cascada que nos llevaría o  empeoraría un estado depresivo. La depresión, como vimos aquí, está relacionada con un estado inflamatorio a nivel neuronal.


Fumar provoca inflamación
Hábitos tóxicos: el humo del tabaco contiene sustancias tóxicas, irritantes y radicales libres. Todas ellas ponen en marcha un proceso inflamatorio para eliminarlas. Cuando fumo durante años, mantengo un estado inflamatorio constante. Los radicales libres del tabaco oxidan las lipoproteinas LDL-colesterol, que podrán unirse al epitelio vascular con mayor facilidad, favoreciendo la enfermedad cardiovascular. (Recordar que hay dos tipos de LDL: unas grandes y densas, difíciles de oxidar y de pegar a la pared arterial. Y otras pequeñas y esponjosas más fáciles de oxidar y de pegar. Hablamos de ellas aquí.)

Acidos grasos omega-6 / omega-3: la dieta actual presenta un exceso de ácidos w-6 frente a w-3. Esto implica un incremento en la síntesis de prostaglandinas proinflamatorias por parte de los w-6. Por otro lado, los w-3 son precursores en la síntesis de resolvinas y protectinas que son las responsables de estimular la resolución de la inflamación por sus propiedades inmunoreguladoras y antiinflamatorias.

Sedentarismo: como siempre, la falta de ejercicio impacta negativamente en la salud. La vida sedentaria induce la formación de grasa visceral y esta se acompaña de  infiltración de células inmunitarias con características proinflamatorias. La realización de ejercicio, por contra, mantiene un estado antiinflamatorio en el tejido adiposo, que se caracteriza por adipocitos de menor tamaño, y células inmunitarias antiinflamatorias.

La presencia de esta ICBG se sitúa, junto a otros, como factor responsable en la aparición de numerosas enfermedades: el cáncer, la diabetis, la enfermedad cardiovascular, el síndrome metabólico, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la enfermedad inflamatoria intestinal o las enfermedades neurodegenerativas. 

Dejo para esta otra entrada como podemos hacer frente a la ICBG  por medios higienico-dietéticos. En la tercera parte hablaremos de los suplementos.




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