divendres, 23 d’octubre del 2015

SÍMDROME INTESTÍNO PERMEABLE (SIP)


Este es un tema que durante mucho tiempo sólo se ha considerado desde el punto de la medicina natural. Hoy en día ya tenemos apoyo científico a través de estudios que han relacionado este síndrome con la aparición de enfermedades, y la aparición de este síndrome con el consumo de gluten. A veces estos estudios no dejan claro, en algunas patologías, si el síndrome es causa o efecto. Es decir, si es la enfermedad la que provoca la hiperpermeabilidad, o al revés.

Tenemos que imaginar el intestino como un tubo formado por células que están unidas lateralmente por unos filamentos de queratina, por canales de proteínas, y por placas denominadas desmosomas. Esto hace que sea difícil que pasen sustancias a su través, por lo que éstas deben ser absorbidas por las vellosidades intestinales que se encuentran en la base de las células (mirando al interior del intestino). Existen diferentes procesos que pueden alterar esta estructura, de modo que puedan pasar sustancias a través de las uniones entre células, lo que desencadenará respuesta del sistema inmunitario que hay detrás de estas.


¿Que favorece la hipermeabilidad intesinal?



El principal factor es la alimentación, donde los cereales se llevan la palma. Se ha comprobado que proteínas de los cereales (principalmente el gluten), provocan en el intestino un incremento de la proteína llamada Zonulina que sería la causante de aumentar la permeabilidad intestinal (estudio) a través de otra proteína llamada haptoglobina 2. A modo de curiosidad, los primates no tienen prácticamente enfermedades autoinmunes, y casualmente tampoco tienen haptoglobina 2.

También aumentan la permeabilidad algunas bacterias como Salmonella o Campylobacter, y medicamentos como AINEs, corticoides y el interferón gamma. Los antibióticos al reducir la flora intestinal también facilitan alteraciones de la mucosa.


Se ha comprobado que el exceso de azúcar en la dieta, o de sal, pueden incrementar la permeabilidad. Algunos aditivos como emulsionantes o surfactantes también lo hacen, como por ejemplo los polisorbatos. De ahí la importancia de comer solo comida real, para evitar la presencia de dichos aditivos, que pueden perpetuarnos el problema.


Finalmente, el estrés causa hiperpermeabilidad activando el sistema nervioso autónomo, y puede ser causante de brotes de diferentes enfermedades. Reducir el estrés es tanto o más importante que eliminar las otras causas. De todos es conocida la activación de enfermedades por brotes en épocas de estrés (exámenes, exceso de trabajo, conflictos familiares o laborales…). En la enfermedad de Crohn, por ejemplo, se ha visto que el estrés activa la vía nerviosa que precede al incremento en la permeabilidad, y ésta al brote.


La cuestión es que el sip facilita una sobre estimulación y desregulación del sistema inmunitario, provocando o facilitando diferentes enfermedades: autoinmunitarias, malabsorción, fatiga crónica, déficit de atención (TDAH), autismo, migraña, alergias, asma, obesidad ...(estudio). Se sobreentiende la importancia del tratamiento de este síndrome como base del tratamiento de las enfermedades crónicas. De nada nos sirve tomar antiinflamatorios para una artritis, si seguimos alterando el sistema inmunitario absorbiendo restos de proteínas, o tóxicos, por un intestino permeable, que a su tiempo estará favorecido por el antiinflamatorio.


Para saber si tenemos el síndrome, hay laboratorios que realizan una prueba a partir de la ingestión de Lactulosa. Este es un azúcar que no se absorbe y, por tanto, no debería aparecer en orina. Tras la ingesta de una cantidad determinada de este producto, se mide su cantidad en orina pasadas algunas horas. Si sobrepasa un límite, daremos positivo para sip. Nos permite también saber cómo va el proceso de cicatrización intestinal, ya que podemos valorar más adelante y ver si disminuye o se ha detenido su eliminación por orina. En general, podemos presuponer que cualquier persona con patología crónica tendrá menor o mayor grado de sip.


En cuanto a su tratamiento, podrá variar en función de su causa, pero es primordial dejar de comer cereales que contienen gluten y eliminar la leche de vaca y derivados (la de cabra no ofrece tantos problemas). Sin olvidar el resto de factores nombrados anteriormente.


En caso de que haya infección por cándidas, habrá que tratar primero esta con dieta (exenta de azúcares) y con productos naturales como el ácido caprílico, el Pau de arco, Hydrastis canadensis, ajo ... Al mismo tiempo hay que desintoxicar, preferentemente el hígado (la muerte de las levaduras llevará gran cantidad de productos tóxicos al hígado) y el intestino.

La toma de enzimas digestivas durante las comidas, evitará la mala digestión, y ayudará a que no queden restos proteicos por digerir. Puede ser también necesario añadir betaína clorhidrato para aumentar la acidez estomacal, ya que su disminución es también culpable de malas digestiones o de facilitar la infección por Cándida.


Cándida albicans
La restauración de una microbiota correcta ayudará a la cicatrización del intestino. A tal efecto son importantes las bacterias del género Lactobacillus y los Bifidobacterium. Entre ellos es importante el Lactobacillus rhamnosus GG.  Restaurar la microbiota nos ayudará a la cicatrización del intestino ya que ciertas bacterias fabrican butirato a partir de la fibra no digerible. El almidón resistente es un ejemplo de este tipo de fibra. Lo encontramos en la yuca, el plátano macho o el arroz enfriado y recalentado.  Éste es fuente de energía para las células del colon y ayuda a la cicatrización del mismo al aumentar la cohesión entre las células. Además se forman distintos ácidos grasos de cadena corta a parte del butirato que modularán el sistema immunitario, y con ello la inflamación. En definitiva, que como ya comenté aquí la microbiota es imprescindible para gozar de buena salud general.

Además, haremos una dieta rica en fruta y vegetales para suministrar suficiente fibra prebiótica i antioxidantes. Estos antioxidantes, y los oligoelementos de los que dependen nuestros enzimas antioxidantes, ayudarán a disminuir el estado inflamatorio que acompaña al sip.


Finalmente, podremos usar la L-glutamina, que es fuente de energía para las células del intestino y un potente cicatrizante de la mucosa intestinal. 




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