dimarts, 16 de febrer del 2016

PALEODIETA O DIETA EVOLUTIVA


Durante millones de años hasta llegar a nuestra especie los homínidos han evolucionado alimentándose de lo que era propio en la tierra en la que se desarrollaban. Hemos evolucionado en épocas de abundancia donde los alimentos estaban en bosques frondosos. También hemos sufrido glaciaciones que han implicado épocas con escasez de alimentos. Estos cambios climáticos fueron formando nuevos escenarios como las sabanas africanas donde había que recorrer largas distancias para encontrar alimento. El ser humano ha tenido, pues, que adaptarse a diferentes tipos y cantidades  de alimentos dependiendo del momento histórico y la latitud en la que se encontraba.

En los últimos 40000 años nuestro genoma prácticamente no ha variado (estiman entre un 0.01-0.02%) y por lo tanto estamos adaptados a la alimentación en la que evolucionamos hasta entonces. De hecho, con la introducción de la agricultura y el abandono progresivo de la vida nómada y cazadora durante el neolítico, la salud del ser humano empeoró: malnutrición, aumento de enfermedades y epidemias, reducción de la talla y de la esperanza de vida, así como aparición de altos niveles de caries u osteoporosis entre otros.


Representación de la molécula d'ADN

Todas estas alteraciones y diferencias climáticas en las distintas zonas del globo terrestre han hecho que encontremos dietas tan diferentes en poblaciones alejadas entre sí, todas adaptadas al medio natural donde se desarrollan. Estas dietas tienen en común estar formadas sólo por comida real y, a pesar de que unas pueden contener un 70% de hidratos de carbono y otras sólo un 30%, se caracterizan por mantener las poblaciones que las consumen en un buen estado de salud.

Así por ejemplo los Masai (los que siguen todavía la dieta ancestral) comen carne, leche, principalmente de cabra, sus derivados, sangre, y caldo de corteza de algunos árboles. Presentan, sin embargo, un buen estado de salud, aunque su consumo de proteínas y grasas es elevado, y el de hidratos de carbono bajos.

Por el contrario, los Kitava consumen un 69% de calorías en forma de hidratos de carbono provenientes de tubérculos, frutas y legumbres. También un elevado consumo de coco (que es rico en grasas saturadas), y pescado. A pesar de realizar poco ejercicio físico (comparado por ejemplo con los Masai) gozan de una buena salud hasta el punto de no presentar prácticamente ningún accidente cardiovascular o cáncer. Con el consumo elevado de grasas de los Kitava podemos preguntarnos :¿No será que las grasas saturadas no son tan malas como nos quieren hacer creer? De hecho, una grasa saturada llamada ácido láurico que está presente en abundancia en el coco, reduce el factor colesterol total / colesterol-HDL, lo que implica reducción del riesgo cardiovascular al aumentar su consumo a expensas de los hidratos de carbono, como podemos observar en la siguiente grafica.




Aunque podemos pensar que la buena salud de estas poblaciones se debe a la genética o el ejercicio físico: ¿sabes qué pasa cuando se los somete a una dieta occidental donde los cereales forman la parte más ancha de la pirámide nutricional ? ¿Dónde la comida deja de ser "real" y pasa a estar "fabricada"? Pues que empiezan a sufrir las mismas enfermedades que nosotros, y toda la ventaja que les suponía su dieta ancestral queda eliminada por la fuerza destructora de la comida refinada carente de nutrientes.

¿En que consiste la paleodieta o dieta ancestral?



Llámala como quieras: dieta ancestral, dieta paleolítica, dieta de los cazadores-recolectores ... la cuestión es que tiene como premisa, que antes de la introducción de la agricultura, tal y como hemos visto antes, el hombre evolucionó haciendo una determinada dieta que fue cambiando a lo largo de los milenios según las inclemencias climáticas y la zona geográfica en la que se encontraba. A ella se fue adaptando su genoma, y por tanto, el nuestro.

Esta dieta consistía en carnes magras, pescado, mariscos, vegetales, frutas, frutos secos y miel. No había consumo de tubérculos harinosos, cereales o leche. Se dice que tampoco de legumbres, pero hay estudios que demuestran que los Neandertales ya las cocinaban (detalle). De todas formas con estos solo compartimos un 2-4% del genoma, así que podríamos, en teoría, seguir diciendo que no consumíamos legumbres.


¿Es una dieta sana? Pues los estudios científicos que se han hecho parecen indicar que sí. De hecho, se mejoran los parámetros de riesgo cardiovascular, y la sensibilidad a la insulina, lo que permite mejorar la diabetes tipo II. Favorece también la pérdida de peso.  La verdad, es que tampoco entiendo mucho que haga falta hacer estudios para determinar que comer "comida" es lo que nuestro organismo necesita. 

Así pues, se trataría de ir eliminando de la dieta aquellos productos a los que puede que nuestro genoma no esté adaptado. Recomendaría empezar por eliminar los cereales (principalmente los ricos en gluten como el trigo). Ya hemos visto aquí los problemas que representan. Después podríamos dejar los lácteos. No hay que preocuparse por el calcio si el consumo de vegetales es elevado, sobre todo los de hoja verde como acelgas o espinacas, así como de frutos secos o sardinas en lata entre otros.

Hay que considerar que la composición de la carne (y los alimentos en general) en aquel tiempo no era la misma que ahora. La explotación ganadera con el uso de piensos, antibióticos y hormonas hacen que el contenido de nutrientes y de tóxicos no sea el mismo que durante el paleolítico. Esto implica tener que comprar carne ecológica, que es bastante más cara, para asegurarnos una mejor composición en ácidos grasos esenciales (aunque no es imprescindible para seguir esta dieta, evidentemente). También ha habido reducción en el contenido de vitaminas y minerales en frutas y verduras debido a diferentes motivos: uso de pesticidas, agotamiento de los terrenos de siembra, recolección antes de la maduración, presencia de frutas fuera de temporada, etc.

Hay quien acusa esta dieta de poder dar déficit de algún nutriente, como por ejemplo de calcio por la falta de lácteos. La realidad es que no se dan carencias e incluso se pueden conseguir más nutrientes que con la dieta considerada "normal" por qué es una dieta basada en alimentos completos que contienen abundancia de nutrientes. Por el contrario, no contiene alimentos refinados sin nutrientes como el pan o la pasta, que aportan calorías prácticamente vacías.

En los siguientes post vemos cómo afecta este tipo de dieta a diferentes condiciones como las enfermedades autoinmunes, las cardiovasculares o la diabetes.



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