divendres, 8 d’abril del 2016

MICROBIOTA Y OBESIDAD


Como he dicho otras veceshay una relación directa entre un buen estado de la microbiota y la salud. Una de estas relaciones es la que hay entre la microbiota y el mantenimiento de un peso corporal adecuado.

La función metabólica de la microbiota intestinal nos permite obtener energía de la alimentación, genera compuestos absorbibles (como ácidos grasos de cadena corta) y sintetiza vitaminas. Ahora bien, los desequilibrios en esta flora se han asociado a resistencia a la insulina y aumento de peso corporal (ayudado por el primero).

La obesidad se relaciona con una disminución del número de un conjunto de bacterias llamadas Bacteroidetes, y un incremento de los Firmicutes (estudio).Se ha visto que las personas con propensión a estar delgadas presentan una elevada flora de Bacteroidetes.


Las últimas investigaciones parecerían indicar que los cambios en la flora serían responsables de favorecer la obesidad, ya que permiten una mayor extracción de energía del alimento (hasta un 10% más de calorías). La pérdida de peso en obesos va acompañada de incremento en la población de Bacteroidettes de forma paralela y una disminución de Firmicutes.





Nota 06/11/2016 Parece ser que no hay relación entre el índice de masa corporal y la ratio firmicutes / Bacteroidetes. Tras el estudio al que corresponde la imagen, ningún otro ha demostrado este relación, sino lo contrario. La conclusión de este estudio es que no hay relación. Habrá que esperar a ver que dicen otros estudios más adelante. Aún así, si es cierto que existen diferencias en la microbiota entre individuos delgados y obesos. Cuando se pierde peso, la microbiota también cambia.

Es curioso también que la gente que vive en latitudes frías presentan una flora más rica en Firmicutes que, como he dicho, les permitiría extraer más energía del alimento. Esto estaría relacionado evolutivamente en el hecho de necesitar más energía para mantener la temperatura corporal. Por el contrario, cuando más al sur, los firmicutes se reducen ya que se gasta menos energía para generar calor corporal.

Como he comentado antes, se ha visto una menor biodiversidad en la flora intestinal de los individuos obesos comparados con los que presentan un peso adecuado. Por lo tanto, vemos que la disbiosis (alteración de la microbita) favorece el sobrepeso, aunque no está todavía claro cuáles serían en concreto las poblaciones bacterianas responsables.

En un estudio se comprobó que los prebióticos pueden mejorar la obesidad, tanto por el cambio en la microbiota, como por los cambios metabólicos que provocan: la toma de 16g diarios de oligofructosa durante dos semanas, que permite el desarrollo de una microbiota fermentadora (principalmente bifidobacterias), implica un incremento de las concentraciones plasmáticas de las hormonas GLP-1 y de PYY. El incremento de la primera permitiría explicar la bajada post-pandrial de glucosa sanguínea, y el PYY sería responsable de la reducción del apetito que se observó en los participantes en el estudio. También se reducía la cantidad de grelina, una hormona orexígena. Es decir, que la adición de prebióticos puede ser una estrategia para el control de peso que actuaría modulando la microbiota intestinal.

Encontramos oligofructosa en el plátano, la cebolla, el ajo, los espárragos, y el tomate entre otros.


Alimentos con prebióticos

El uso de la planta Hydrastis canadensis provoca variaciones en la microbiota y se ha visto que ayuda a reducir el peso corporal. Pero esto no es sólo debido a una cuestión de absorción de más o menos nutrientes, sinó aumentando la termogénesis en los tejidos adiposos blanco y marrón, como se comprobó en ratas en el siguiente estudio.

Así que una estrategia para perder o mantener el peso corporal sería añadir probióticos como suplemento, o incrementar su crecimiento con prebióticos como los que encontramos en frutas y vegetales y en alimentos que contienen almidón resistente que estimulan el crecimiento de esta microbiota sana. Este almidón resistente, al ser metabolizado, genera ácidos grasos de cadena corta como el butirato o el propionato. Este último ayuda a la reducción del hambre y la pérdida de peso como podemos leer en este estudio.

Obtenemos almidón resistente cuando dejamos enfriar y luego recalentamos productos que contienen almidón como las patatas, el arroz o la pasta. También tienen de forma natural las legumbres, el plátano macho o la yuca. Para obtener sus beneficios son necesarios un mínimo de 20g diarios. Podemos comprar almidón de patata que es fácilmente soluble en agua y tomarlo diariamente para complementar la dieta.

Para terminar, una reflexión: teniendo presente la relación entre la flora intestinal y los niveles de neurotransmisores cerebrales, hay que preguntarse: ¿podría influir el cambio en la microbiota con el comportamiento frente la comida?


Para reducir el peso, tal vez deberíamos empezar a pensar en mejorar la salud y no obsesionarnos tanto con las calorías .... De hecho, más importante que las calorías, es de donde provienen estas.





Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada