dimarts, 2 d’agost del 2016

JARABE DE MAIZ DE ALTA FRUCTOSA Y SALUD


Los que seguís el blog sabéis que para mantener la salud siempre aconsejo comer todo lo que la naturaleza nos ofrece: comida de verdad. El jarabe de maiz no lo es. Hay que huir de todo lo que viene empaquetado con etiquetas que contienen una serie de nombres extraños. Productos con los que nuestro cuerpo no ha evolucionado a lo largo de nuestra evolución y que, en un elevado porcentaje, son sintéticos. Evidentemente que la dosis hace el veneno pero, ¿conoces tu capacidad para desintoxicar?

Por ejemplo, encontramos colorantes (que por otro lado me parecen innecesarios, pero la gente no quiere comer un yogur de sabor limón sin color amarillo). El E-104 (amarillo de quinoleína) es un colorante sintético que podría dar hiperactividad en niños y ser cancerígeno a la larga. Países como Japón o Noruega, entre otros, lo han prohibido. Evidentemente que los aditivos se usan en dosis muy pequeñas, y en principio, seguras, pero:
  • ¿Sabemos en realidad cuanto ingerimos al cabo del año?
  • ¿Sabemos qué efectos acumulativos tienen a lo largo de la vida?
  • ¿Qué ocurre cuando se mezclan entre sí? Por ejemplo, el E-210 (ácido benzoico) mezclado con el E-222 (sulfito ácido de sodio), podría dar problemas neurológicos.
Dejemos este tema y centrémonos en lo que quería hablar: jarabe de maíz de alta fructosa y su relación con la salud.


¿Qué es este jarabe? Un edulcorante líquido que se extrae del almidón de trigo con una composición del 55% fructosa y 42% glucosa (el más utilizado). Hay otra versión, donde la fructosa se encuentra en el 90% (más perjudicial para la salud). O sea, en el primer caso tenemos un producto muy similar al azúcar. Pero en el segundo caso, tenemos un producto con un elevado contenido en fructosa y ésta, en exceso, es perjudicial para la salud.

Lo encontramos muy extendido en productos como refrescos, comidas precocinadas, galletas, helados ... hay que leer las etiquetas para ver en qué cantidad llevan. Si aparece en los primeros puestos de la lista de componentes, significa que lleva en elevada cantidad. Puede buscarse en la etiqueta como jarabe de glucosa-fructosa.

Se estima que en países occidentales su consumo puede llegar al 10-20% de las calorías ingeridas. Y eso es mucho si queremos evitarnos problemas de  salud.

¿Cómo lo metabolizamos?

Cuando ingerimos fructosa procedente por ejemplo de la fruta, esta penetra a través de un transportador llamado GLUT-5. El GLUT-2 transporta tanto glucosa como fructosa.

El consumo de fructosa en alimento estimula la producción de leptina (en adipocitos), y por lo tanto es saciante. Cuando la fructosa es ingerida en las cantidades que proporciona el jarabe, no estimula la liberación de leptina (por lo tanto, no sacia), ni necesita de insulina para absorberse. Se estimula, sin embargo, la liberación de leptina gástrica, lo que incrementa la absorción de fructosa a nivel intestinal. Esto aumenta los niveles plasmáticos y lleva más fructosa al hígado. Éste tiene una capacidad limitada para metabolizar la fructosa. El exceso, lo convierte en grasa contribuyendo a la formación de hígado graso no alcohólico (estudio). Además, metabolitzar la fructosa lleva a un incremento del ácido úrico debido a que se activa la degradación de purinas.

Higado graso no alcohólico


Aparte del hígado graso, el consumo de este jarabe puede dar otros problemas:
  • El consumo elevado de fructosa en diabéticos tipo II se asocia a un empeoramiento de la resistencia a la insulina.
  • Los estudios realizados en humanos demuestran que es más lipogénico que la glucosa, aumentando los TG (estudio)
  • Este estudio asocia su consumo con la obesidad: frente una dieta con el mismo número de calorías, las ratas alimentadas con jarabe de alta fructosa cogieron significativamente más peso que las alimentadas con una cantidad equivalente de azúcar.
  • Este estudio demuestra la asociación entre el consumo de fructosa y diferentes parámetros del síndrome metabólico, como aumento de TG, de la presión arterial, y reducción de las HDL.
  • En este estudio se encontraron niveles altos de mercurio en muestras de jarabe de fructosa.
  • Este estudio relaciona la obesidad con la pérdida de capacidad cognitiva mediada por el efecto de la fructosa. Nos habla de cómo la ingesta del ácido graso omega 3 (DHA), puede atenuar este deterioro cognitivo o prevenirlo.
Tengo que decir que he encontrado artículos, como este, en el que no hablan de estos problemas y no ven diferencias entre consumir azúcar o jarabe de alta fructosa. Son estudios financiados por la Asociación de refinadores del trigo o compañías que utilizan este jarabe  en la elaboración de sus productos. ¿Casualidad?


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada