dijous, 7 de juny del 2018

BOSQUE, FITONCIDAS Y SALUD


Llamamos “biofilia” a la necesidad biológica de seguir conectados con la naturaleza. Y es lógico que sea así considerando que hemos evolucionado en ella durante millones de años como homínidos y es lo que ha configurado el patrón de nuestros genes. Como animales que somos, la naturaleza es nuestro medio natural. Aunque, supongo, nos iremos adaptando con el devenir del tiempo a la jungla de cristal y cemento (adaptarse o morir como selección natural), seguimos conservando aún esta necesidad innata de contacto con la naturaleza, de modo que las incursiones por la misma, principalmente donde haya bosques, provocan cambios en nuestro organismo que mejoran nuestra salud.

Al respirar el aire cargado de olores, de humedad, de “limpieza” de un bosque, podemos experimentar distintas sensaciones: de relajación, de incremento de energía, de “estar en casa”, de felicidad…en definitiva, “conectamos” con la naturaleza. Difícil encontrar una palabra para describir el conjunto de emociones que nos evoca el bosque. Los japoneses, de donde proviene la práctica de usar los paseos por el bosque como método terapéutico, describen esta sensación como “yugen”.

En Japón, el llamado “shinrin-yoku” (baño forestal) es una práctica habitual que se convirtió en parte de un programa de salud pública en el año 1982. Se trataba de dar paseos por el bosque durante un par de horas como parte del tratamiento para distintas patologías. Este tiempo es suficiente para notar sus efectos beneficiosos: reduce la presión sanguínea, bajan los niveles de glucosa, de cortisol (reduciendo el estrés), de adrenalina, y aumenta la actividad y número de los linfocitos NK (“natural Killer”) y de proteínas anticáncer intracelulares. Esto proporciona efectos preventivos frente el cáncer. Además, el efecto sobre NK se mantiene incluso una semana después del “baño” (estudio).

Resultado de imagen de natural killer cell
Natural Killer

Ha sido probado, por ejemplo, en mujeres, donde el “baño forestal” aumenta el mencionado número y actividad de dichas NK y de proteínas anticancer intracelulares (perforina, granzima A y granulisina) (estudio).

¿A que se deben estos efectos?

La "mágia" ejercida por la naturaleza se debe a la presencia de sustancias volátiles secretadas por árboles, plantas y hongos llamadas Fitoncidas. Evidentemente no las emiten para favorecer nuestra salud, sino que son sustancias que forman parte del sistema defensivo de las plantas para evitar infecciones por distintos microbios, evitar pudrirse, o ser comidas por insectos o animales. Por eso, por ejemplo, su concentración en el aire aumenta con el aumento de temperaturas. Nuestro contacto con ellas durante la evolución ha permitido que saquemos provecho de ellas por simple adaptación.

Los principales productores de fitoncidas son los arboles de hoja perenne, y las principales fitoncidas pertenecen al grupo químico de los terpenos: pineno, cineol, limoneno, mirceno… De entre las acciones de dichos productos, encontramos por ejemplo que el pineno a dosis bajas es broncodilatador. Por otro lado, el cineol puede ayudar a controlar el asma (estudio).  El linalol podría ayudar en el tratamiento del cáncer al tener propiedades inhibitorias del crecimiento de células cancerosas (estudio).

Así que, en el fondo, podemos hablar de una “aromaterapia” natural, por mucho que algunos le llamen “psudociencia”.

Pero andar por el bosque no presenta beneficios solo por las fitoncidas. Aunque parezca increíble, hay que agradecer parte de los beneficios de dicha actividad a una bacteria. Se trata del Mycobacterium vaccae. Esta bacteria vive en el suelo y es inhalada al removerla con los pies. Y si, pertenece al mismo género que la bacteria productora de la tuberculosis, pero carece de efecto infectivo y, de hecho, nos brinda propiedades terapéuticas.

Mycobacterium vaccae
Esta bacteria tiene la capacidad de aumentar la actividad del sistema inmunitario y de darnos sensación de bienestar con efecto antidepresivo. Activar el sistema inmune con antígenos de dicha bacteria, provoca activación de neuronas serotoninérgicas en ratones (estudio). También en ratones se ha visto que reduce la ansiedad y mejora el aprendizaje (estudio)

Puede usarse de inmunoterapia para acortar la duración del tratamiento de la quimioterapia antituberculosa (estudio) .

También puede usarse para aumentar la supervivencia a largo plazo de los pacientes con melanoma maligno metastásico (estudio).

El bosque ofrece todavía más beneficios: andar descalzo por la naturaleza aporta beneficios a nuestra salud, empezando por la salud de los propios pies, que han evolucionado adaptándose a un determinado terreno, y descalzos. Además, la tierra contiene cargas negativas que son absorbidas a través de la piel y ayudan a reducir los radicales libres (moléculas que han perdido un electrón), transformándolos en especies no reactivas. El contacto con la tierra puede regular los ritmos circadianos y mejorar el sueño (estudio).

Ya sabes, si sufres alguna patología crónica, plantéate el “baño del bosque” como una actividad terapéutica más. Y si no es así, te hará sentir más feliz y prevendrás enfermedades. Sea como sea, tu salud te lo agradecerá.



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